lunes, 24 de marzo de 2008

Terapia regresiva (X)

Cómo decía, llegó el sábado y una vez todos en silencio Cristina continuó con la lección que nos tocaba esa mañana. Como siempre muy interesante y cada lección nos iba adentrando en el arte y el porqué de la terapia regresiva.

Cada lección nos conducía a comprender e interpretar cada situación con la que nos podíamos encontrar una vez en la práctica de nuestro trabajo. También fórmulas para ir saliendo de cada paso con bien para el paciente y para nosotros mismos.

No conozco otros y no puedo comparar, pero la seriedad y profesionalidad de quien exponía y la riqueza del contenido me hacen pensar que no podía haber elegido mejor equipo para formarme.

Acabó la primera parte de la mañana y tras el descanso como siempre Cristina me pidió que pasara una vez más "al divan"...

Esa mañana estaba muy nerviosa, más que de costumbre. Sabía que la vida que me tocaba era una vida causa, según la orientación de Cristina. No podía pensar en otra cosa...¿Qué habría hecho? qué clase de persona fui? cómo enfrentarme a ser verdugo?...Muchas preguntas se acumulaban en mi cabeza y todas me tenían el corazón desbocado.

Mientras me acomodaba le comenté mi nerviosismo ante la experiencia que se me venía encima...pero ella, de un modo muy prosaíco, me comentó:...¡pero mujer, si eso ya lo has vivido, ya fue!.... Ni oí lo siguiente que me dijo. Su tono y sus palabras me hicieron sentir un poco idiota, total, tenía razón, lo que fuera que hice, que me llevó a vivir todo ese dolor afectivo, parece que lo había pagado con creces o al menos comprendido y sublimado con el resto de mis vidas.

Así que mientras me relajaba, en lo único que pensaba y lo único que pedí a mis guías si es que tenía alguno, fue que me llevaran al fondo de una parte de mí misma que una vez fui o estuvo allí. Donde quiera que fuera y encomendándome de todo corazón al cielo para poder resolver de un buena vez todo aquello.

Sin darme cuenta, entré en esa vida, causa de tanto dolor y soledad.

Aunque en la última vida donde regresé vi una clara progresión en el sentido de, a pesar del dolor, encontrar una profunda paz y serenidad, aún no parece que estuviera curada la herida del todo... así que allí estaba, una vez más.

Lo primero que vi fue donde estaba. Por la piedra y la luz cetrina de antorchas parecía estar en una mazmorra, luego vi que no, simplemente era mi casa. Era un hombre, grande, fuerte, oscuro. Esa era la impresión más fuerte: era un ser oscuro...

Los ropajes eran de una persona con riqueza y poder, tenía un medallón que imagino vi porque sería un poderoso talismán. Era un mago, un mago negro, un nigromante.
Podía estar en algún lugar de Persia, en una época muy remota.

Cristina me llevó a alguna escena significativa que tuviera que ver con el tema que tratábamos y me vi sentado a una mesa. Ante mí había una mujer, era muy bella, delicada, grácil. Contrastaba fuertemente con mi rudeza, mi oscuridad y yo lo notaba...

Estoy muy enfadado con ella, soy un ser con un gran poder psíquico, conozco el control mental, tengo una enorme fuerza para apoderarme de la voluntad de otros, pero con ella no he podido. Estoy muy enamorado o al menos deseo poseer su voluntad, doblegarla, conseguir que me quiera, más que eso, que sea mi esclava....pero no he conseguido nada.

Le voy relatando a Cristina que he hecho lo imposible por evitar que sea feliz, que tenga una vida propia. La he sumido en una especie de soledad que ella tolera en silencio, sin quejarse. Su aparente delicadeza esconde una fuerza de voluntad que no he conseguido doblegar ni con toda la que yo poseo. Algo me impide utilizar todos los recursos que me otorgan mis poderes para someterla definitivamente, pero le corto toda posibilidad de vivir una vida mínimamente feliz.

Lo siguiente que veo es cómo la estoy humillando. Es como una ama de llaves y la obligo a que me sirva lavándome los pies y cuando está agachada, la empujo y la tiro al suelo.

Por fin me estoy yendo, solo, tirado en la calle, muero por enfermedad y nadie acude a mí.

Cristina me pide que sienta qué estoy pensando en esos momentos de agonía...

Lo que siento es que soy un monstruo....que merezco toda la oscuridad que hay en mi corazón. Me doy cuenta de todo el daño que he hecho en mi vida.

En ese momento, Cristina me explica que es entonces cuando decidí negarme una y otra vez la felicidad sentimental, cuando programé mis vidas para la negación y la repetición, hasta que consiguiera perdonarme, comprender lo que significa amar....que había negado al mismo tiempo, toda la fuerza y los conocimientos que tenía, dones como la fuerza psíquica que había utilizado negativamente y que me había prohibido utilizar nunca más... que ahora en el momento presente, tal vez pudiera darme permiso para rescatar y recuperar todo ese conocimiento y utilizarlo para ayudar de un modo mucho más positivo.

Yo estoy muy conmovida y ella poco a poco me saca de allí. Otra vez el espacio entre vidas.

Luego, me pidió que fuera a la vida siguiente a esa y me veo siendo una niña de unos 6 años. Llevo una pequeña y tosca túnica y estoy recogiendo fruta que meto en una cesta. Estoy en una huerta con muchos manzanos. El sol brilla en lo alto y trabajo de sol a sombra.

Cristina me pregunta qué hago allí... Siento que soy una pequeña esclava, mis padres me han vendido y estoy sola, nadie cuida de mí. Mi peregrinación en busca del amor y del cariño verdadero a través de muchas vidas, no ha hecho más que empezar....

Un abrazo

Enri

Si os interesa participar en este curso de terapia regresiva,
contactad conmigo

No hay comentarios: