sábado, 22 de marzo de 2008

Terapia regresiva (IX)

Llego el sábado. A esas alturas del curso, todo el mundo estaba más o menos relajado. A Cristina le costaba mantener esa "grey" en silencio. Todo el mundo tenía cosas que decirse. Hay que entender que mientras yo relato mis experiencias, allí cada uno estaba viviendo las suyas.

Las prácticas de cada tarde daban para mucho, casi todo el mundo tenía su "ración" de regresión. Las más, eran regresiones muy dolorosas que despertaban fuertes catarsis emocionales. Cómo no se permitía profundizar mucho, porque entre otras cosas todos éramos novatos, las ayudantes y ella misma estaban constantemente pendientes de acudir a bien despertar a los que lo necesitaban.

En todas las prácticas me tocó de compañera una mujer de origen Alemán. Ella tenía muy claro lo que quería "ver", a donde quería ir y yo de mil amores la conduje como pude. Bien es verdad que ella iba practicamente sola... Se estableció entre nosotras una especie de complicidad, yo entendía lo que ella quería y ella se sentía segura conmigo.

La última tarde de prácticas, justo antes de este día, me tocó por primera y última vez con una de mis queridas amigas compañeras de viaje, de experiencia y de curso.

Todo empezó bien pero en un momento dado la cosa se complicó, sintonizó con una parte de sí que no estaba manifestando, no tanto de otra vida sino de una experiencia compartida que estábamos teniendo en el transcurso de los días con respecto a una asunto afectivo de ella.

Es bueno no creerse nunca "la pera en verso". Menos mal que soy muy crítica y pragmática conmigo misma y nunca creo ser mucho más especial que otros, simplemente tengo conciencia de mí. Eso ya es suficiente y te baja bastante el ego porque sabes que tienes tantos demonios, debilidades y miedos como cualquier hijo de vecino.

Todo empezó durante el viaje. Como comenté al principio, la sintonía fue completa desde el primer momento. Practicamente nos contamos partes de nuestras vidas y en el transcurso de las confidencias, mi opinión sobre el tema que la preocupaba la alivió al ser un punto de vista distinto al vertido hasta ese momento por parte de los que conocían su situación.

Mi enfoque en ese momento era completamente abierto al entendimiento más profundo de lo "aparentemente evidente" y eso hizo que la complicidad aumentara.

Sin embargo, nadie se aisla de lo que está viviendo por dentro cuando te vas a hacer un curso o cualquier otra cosa y la experiencia siguió su camino. Un camino en el que se cruzó mi persona y toda la experiencia del propio curso. Por lo tanto, aparte de lo que vivíamos, tampoco olvidábamos que teníamos otra vida fuera de allí que se desplegaba sin esperarnos y que nos hacía sentirnos como en un compás de espera.

La tarde anterior comentando sobre su situación, olvidé mi visión profunda y me senté cómodamente sobre la posición más prosaíca de esa "aparente evidencia". De cómo solemos, de modo lineal, entender la vida. Mis consejos fueron en otra dirección muy distinta. Eso, unido a la credibilidad que tenía ganada en su corazón, hizo que su visión se tambaleara y ya no supiera por donde le daba el aire.

Actuó según creyó en ese momento con respecto al tema en cuestión, que no viene al caso para nada contar y además esa es su privacidad y prerrogativa y poco después nos fuimos a dormir.

Tengo que decir que lo que intento explicar es que la mente nos enreda siempre. El mundo de la forma está siempre dispuesto a comerse su terreno y ese es uno de los trabajos más duros que tenemos que hacer para separar esa "linialidad" cotidiana, llena de bienpensante sentido común. Sin embargo, intentar ver, entender y vivir lo que hay detrás de toda apariencia es uno de los secretos que debemos descubrir si queremos ser Libres.

Mirar hacia adentro y desde dentro, desde ese centro es algo que se alcanza, pero hay que tener una gran disciplina y voluntad, porque la lucha es siempre permanente. No nos damos ni cuenta y ya estamos viendo las cosas de forma sesgada, cuadriculada, teñida de nuestra personalidad más unida a la materia, o sea, aquella que no está madura, que está con todos esos miedos y demonios e inseguridades de los que antes hablaba....

Y sin embargo hay otra manera de verlo....

No hace falta hacer regresiones para eso, pero es evidente que los canales que se abren, más lo que uno comprende de sí mismo, ayuda no poco... También es verdad que hay que tener mucho andado y trabajado, porque sino, lo que se entiende y aprende está en consonancia con la capacidad consciente de poder entender según lo desarrollado ya por cada uno.

Pero volvamos a la regresión de esa tarde. Como decía, ella contactó con un dolor que yo misma le había provocado y del que no era del todo consciente. Sin embargo, la relajación y la visualización le hicieron entrar en contacto con ese sentimiento de desamparo que seguir mis opiniones le había provocado.

Esto no es falta de personalidad, es entrega a alguien en quien depositas tu confianza. Hubiera podido pasar exactamente al revés, de hecho sucede constantemente entre las personas en las que hay más confianza, porque intentamos y nos intentan proteger del dolor y sin embargo sucede todo lo contrario. Eso sucede cuando las opiniones están cimentadas en esa objetividad lineal y no basadas en visiones más profundas del porqué nos suceden las cosas y qué papel jugamos cada uno en eso que nos sucede.

Con la objetividad lineal, es muchas veces y lo más fácil, culpar a otros, al mundo, a lo externo a tí de lo que nos sucede. Al contrario, es necesario empezar a darnos cuenta y ser plenamente conscientes que somos los artífices de nuestra realidad. La atraemos porque la necesitamos. Es la única forma de ver lo que somos todavía, en que punto del camino estamos y cuanto necesitamos aprender del universo interno de nuestra real existencia.

Por suerte, el cariño era muy real y ante su situación emocional, la desperté como pude y llamé a Cristina para que estuviera cerca por si acaso. Ella nos aconsejó que saliéramos a dar un paseo, en todo caso que saliéramos de allí. La clase, para nosotras, había terminado.

Nos fuimos a serenar y subimos a la habitación que compartía con su hermana. Ella no se separó ni un segundo de nosotras en todo el proceso y una vez allí, hablando, todo se fue aclarando poco a poco y me hice consciente del proceso que acabábamos de vivir tal y como explico más arriba.

Se desahogó, hablamos un buen rato y las cosas se aclararon. Pero es ahora cuando he visto más claro todo lo que pasó y por qué y que nos enseñó. Cada una sacaría la enseñanza según ella misma.

Más tarde bajamos a cenar y después la chica que en un principio eligió Cristina para la terapia, nos regaló una audición, y nunca mejor dicho, de una terapia de sonido. Fue muy hermoso, de verdad.
Al menos a mí, eso me relajó tanto que esa noche dormí mejor que ninguna y soñé algo agradable, pero no recuerdo ahora qué...

Luego intento continuar sino hasta mañana....

Un abrazo

Enri

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