domingo, 16 de marzo de 2008

Terapia regresiva (IV)

Tras el espacio entre vidas, Cristina me pidió que fuera a otra vida significativa con respecto a lo que quería trabajar y me vi en mi casa en Jerusalem. Era la mujer de un soldado. Debía tener alguna graduación intermedia porque nuestra vida era muy sencilla pero cómoda. Tenía 3 hijos, dos niños y una niña. Los veía como de unos 4 a 7 años. Fui a otra escena y me vi abriendo la puerta a un vecino que, nervioso, venía a anunciarme que mi esposo había sufrido una fatal herida y había muerto. Me vi cayendo de rodillas, muerta de dolor sin comprender ni aceptar y enseguida me envió a otra escena para ver como se desarrollaba mi vida.

Me encontré en una especie de taberna en la que me habían dado trabajo. Yo deseo conservar y seguir cuidando de mis hijos y no sé muy bien cómo, pero la opción era un trabajo libre y había muy pocos para una mujer y encima los salarios no me permitirían educar y alimentar a mis hijos. Lo siguiente que veo es cómo me gano la vida y ahí curiosamente entré en una imagen que me era familiar y se volvió a repetir tal como la viví en sueños hace muchos años.

Me habían dado trabajo en esa taberna como bailarina, tal como en el sueño. Sufría por tener que hacer ese trabajo que consistía en ir dejando caer los velos que me cubrían desde una gran altura metida en una especie de hamaca con el fin de que nadie pudiera tocarme ni alcanzarme. Allí arriba en lo único que pensaba era en lo difícil que era ser mujer en esos tiempos. Sufría mucho porque no veía otra opción y me sentía muy mal, indigna, pero mis razones eran muy poderosas.

La siguiente escena era verme escuchando las prédicas de un hombre que me devolvía la paz. Éramos muchos los que acudíamos a escucharle y sus palabras me confortaban y me devolvían la dignidad. Él hacía que yo no sintiera culpa por lo que hacía, que mi intención era justa, y me devolvía la paz y la dignidad. Lo siguiente fue verme siendo anciana, con mis hijos mayores, felices y cuidando de mi con sumo cariño.

Otra vez había vivido para el recuerdo del amor que había perdido y no pude volver a tomar esposo ni entregarme a otro. No recuerdo qué pasó ahora en el espacio entre vidas, pero lo repescaré cuando pueda ver todo lo que se grabó. Precisamente las enseñanzas comprendidas tras cada vida son de mucha importancia.

Antes de seguir con la siguiente vida, quisiera decir que algunos amigos me comentaban que si eso en vez de ser regresiones a otras vidas no podrían ser imágenes de personajes que se llevan dentro y que salen en esa alteración de la conciencia... no digo que no, pero en todo caso nada de lo que no esté en nosotros puede salir a la luz. Si esas vidas las he vivido en una curva del tiempo o son personajes que habitan en mí y les he dado vida, si al final encuentro el camino para resolver ciertos bloqueos que son reales, ¿por qué entonces tengo conciencia ya de ciertas negaciones que me impiden desarrollar aspectos de mi personalidad o de mi vida? cual es el problema? No por ello deja de ser menos válida la terapia.

Por otro lado tengo que aclarar que para mí es una idea natural, que se pueda ir hacia adelante o hacia atrás en el tiempo y recordar tanto lo que fue como lo que ha de venir y explico porqué:

Primero no tengo ni la más pequeña brizna de duda de haber vivido antes. Lo sé desde que tengo uso de razón. No tuve más que flashes, en sueños, de otras vidas durante la infancia y la adolescencia. Pero desde los 4 años ya sabía perfectamente que había vivido antes. Desde ese día en que, con esos pocos años, esa certeza se hizo luz en mi mente y corazón y como si del desarrollo de una memoria interna se tratara, volví a recordar todo lo que ya sabía de la vida: un entendimiento y una memoria que no podía provenir de los 4 años anteriores vividos desde mi llegada al mundo. Otra cosa de la que tuve conciencia enseguida es que no a todos nos pasaba lo mismo y aprendí pronto a guardarme mucho de manifestar lo que me estaba pasando o viviendo o pensando.

Y segundo porque si el tiempo no existe y está claramente indicado como un ocho acostado como símbolo de un eterno devenir, está claro que siendo cierto para mí que la vida tridimensional sólo es una de tantas para llegar a la plena conciencia, lo de ir hacia atrás o hacia adelante no sería mayor problema para el ser humano, siempre con la herramienta adecuada claro.

Por lo tanto, después de haber leído todo lo que he escrito anteriormente en mis posts desde que inicie este blog, convertirme por el camino, años atrás, en astróloga y tras lo que acabo de explicar de mi temprano despertar de la conciencia, veo ahora con una claridad diáfana que lo que me ha sucedido estas semanas con las regresiones pasa a ser parte de un proceso que no se detiene y que me acerca a mí misma, a cosas que ya sé y que están dormidas y que necesitan despertarse y que en coherencia. Con todo eso, dudo mucho que esta experiencia no me lleve hacia otras aún más enriquecedoras y de paso a transformar mi vida para que sea lo más cercana a lo que sueño.

Mañana más...

Un fuerte abrazo
Enri

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