miércoles, 2 de abril de 2008

Terapia regresiva XVI

Retomo el final del anterior post, justo cuando me he ido de la vida del cruzado y Cristina San Miguel me pide que vuelva a la sala blanca y busque otra puerta que me llame la atención

E: Hay una puerta marrón. Allí quiero ir

C: Ábrela y pasa al otro lado. Recuerda que en ese piso sólo hay vidas donde has amado y sido amada. Atraviesa la niebla, es otro escenario...
E: Soy mujer. Tengo el pelo muy largo

C: ¿Eres joven, adulta?
E: Joven, tengo unos 29/30 años. Llevo una corona de flores. La he hecho yo, me gusta mucho

C: Fíjate, ¿A qué te dedicas?
E: Cojo flores. Sé hacer cosas con ellas. Hago ungüentos, preparados y la gente viene a mi casa

C: Vamos a ir a uno de esos momentos donde la gente viene a tu casa. 1, 2, 3 ya estás ahí.
E: Viene un chico a buscar un ungüento

C: Cuéntame ¿Qué pasa con ese chico?
E: Me importa. No le conozco. Es una excusa lo del ungüento. Quiere conocerme, viene a advertirme de una cosa. En el pueblo se murmura. La gente no comprende. Me necesita pero no comprende.

C: Vamos a ir a una escena bien significativa, quizás antes de esas murmuraciones. 1, 2, 3 ya estás ahí.
E: Estoy en el mercado. Hay mucha gente, me sé manejar bastante bien, miran con recelo, a ver si compro colas de lagartija; (en esos momento me entró la risa) es una forma de hablar queriendo decir que leo con claridad sus pensamientos, no es eso lo que voy a comprar pero a ellos les parezco un tanto "sospechosa", pero yo soy muy natural y cariñosa y sé que mi propia personalidad les despista completamente y disipan sus temores

C: Vamos a ir a una escena que te permita entender qué habilidades desarrollaste
E: Cuando miro a los ojos de una persona veo su vida, sé lo que le ocurre

C: ¿Y es eso lo que te permite ayudar a la gente? Fíjate ¿A cuánta gente pudiste ayudar en esa vida?
E: A mucha. Muchos lo entienden y están agradecidos. Otros no lo entienden y tienen miedo.

C: ¿Cómo te sientes haciendo lo que haces?
E: Me siento muy llena, feliz, haciendo lo que hago

C: Vamos a ir a una última escena antes de abandonar esa vida. 1,2,3 ya estás ahí. ¿Que sientes, qué piensas?
E: No tengo que tener miedo de mis dones

C: Pues ahora siente que todos esos dones siguen intactos dentro de ti. La capacidad de mirar en los ojos de una persona para hacer bien. En esa vida cuidaste y ayudaste a mucha gente. Fíjate qué pasaba en la entrada de tu casa, cuánta gente había ahí.

E: Muchísma gente viene a verme, me pagan con lo que pueden, no me importa, tengo siempre suficiente, necesito poco.

Pues ahora siente eso, ayudaste a mucha gente; mucha gente estuvo agradecida, fue sanada. Y vuelve a usarlo en esta vida, vuelve a mirarles en los ojos. Siente que Dios te dio esos dones para que los uses. Así que siéntete merecedora de ellos.

Todavía hay muchas puertas blancas, todos estos dones están esperando a que tú sientas que los mereces.

Ahora baja la escalera hasta el sótano. Durante mucho tiempo los personajes del sótano han estado separados. Saca a esa mujer griega, esa vestal que no pudo amar y se dijo que nunca sería feliz con una pareja; saca a la mujer de Jerusalém que perdió al hombre que amaba y se vio obligada a hacer algo que no quería hacer. Saca al guardián del templo que no pudo abrir su corazón porque creía que si lo hacía se debilitaría; ese esquimal que se disoció de sus sentimientos; al mongol, que no pudo hacer nada para salvar a su familia; ese hombre con poderes psíquicos que murió creyendo que merecía toda la oscuridad.

Vamos a sacar también a los personajes positivos: esa mujer que perdió a sus hijos y supo transformar el dolor; esa mujer que vivió en el Pacífico y supo llevar una vida sencilla; ese chico romano que vivió en Egipto y aprendió y compartió el conocimiento; ese cruzado que supo vivir por unos valores; esa mujer que supo ver en los ojos de otras personas lo que había en su alma y pudo sanarlas.

Todos estos personajes han estado separados mucho tiempo. Nadie quiere vivir con ese dolor en su conciencia.
Fíjate ¿Quién se dirige a quién? ¿Quién necesita de quién? ¿Qué se dicen?
E: Hay buen ambiente (risas).

En realidad, sacar a todos los personajes y juntarlos, es un ejercicio de visualización creativa, eso no corresponde a ninguna vida, pero sí a la voluntad del alma de en esta, poner en contacto todos los personajes. Esto es parte de la terapia, realmente es parte de un buen trabajo de conducción, sin él nada hubiera sido igual y estoy agradecida una vez más a la vida por haberme permitido sentir y vivir esta experiencia.

Pero continúo:

C: ¿Están contentos?
E: Sí

C: Fíjate si hay alguien que se dirija a alguien; tienen tanto que decirse...
E: La mujer de la corona de flores toma de la mano a la vestal y juntas van hacia el nigromante

C: ¿Qué le dicen?
E: Que lo aman

C: ¿Cómo se siente ese hombre. Quizás es la primera vez que alguien le dice que lo ama ¿Alguien le había ofrecido antes amor a ese hombre? Y si no lo conoce ¿Cómo podía ofrecerlo? ¿Lo entiende ahora ese hombre?
E: Sí

Aquí, en ese momento, me entra mucha emoción porque entiendo, con esa reflexión, que ese personaje oscuro no nació así, nunca conoció el amor y por lo tanto tampoco la piedad y tal vez en alguna otra sesión, podré retroceder para comprender que vivió ese ser para haberse convertido en lo que se convirtió.

C: Fíjate si hay algún otro personaje
E: Esa mujer serena que perdió a sus hijos se acerca al mongol

C: ¿Qué le dice y qué hace?
E: Se acercan; se miran y se comprenden.

C: Son de pocas palabras, ¿verdad
E: Sí

C: Fíjate si se acerca alguien más. Es muy importante que todos se sientan bien
E: El joven romano y el cruzado se acercan a la chica del pacífico; ella no fue una erudita pero compartió el mismo sentimiento de hermandad con su prójimo, los mismos valores. Aún sin erudición los tres comparten el mismo secreto: al conocimiento se llega de muchas formas pero se manifiesta de la misma; la empatía con el prójimo, la solidaridad, la confianza,la honestidad, el valor y tantos otros valores compartidos y expresados en su entrega a los demás.

C: Por fin pueden estar juntos. Ya no necesitan estar separados en pisos distintos. ¿No hay nadie que quede rezagado?
E: No

C: Pídeles que suban un piso más arriba. A medida que vais subiendo, vais perdiendo forma, personalidad, os vais quedando desnudos con vuestra propia esencia, vuestro propio ser. Ya no hay criterios. Os volvéis seres de luz.
Al llegar al centro hay una cúpula de luz. Colocaros debajo. Cada vez hay más luz.
E: Somos una sola cosa (ese momento sentí realmente que me integraba en todos esos personajes, que éramos una sola cosa, inundados por esa luz que descendía de la cúpula y que nos envolvía, hasta que sentí eso: la Unidad.

C: ¿Y qué ha ocurrido?
E: En esencia todos somos una misma cosa

C: Ahora siente eso. En el fondo, todos somos una misma cosa. No hay separación. Siente que te expandes, vas atravesando las paredes, siente como esa consciencia no tiene límites. Puedes ser la arena que acarician las olas en la orilla, puedes ser el pájaro que vuela, el viento que acaricia la copa de los árboles. Tú eres libre, puedes adoptar tantos cuerpos como necesites. ¿Cuál es el mayor sentimiento que te embarga ahora?

E: La unidad

C: Y en ese estado de unidad ¿Sientes que te falta algo? ¿Tienes deseos? ¿Se te juzga? ¿Se te priva de algo?
E: No

C: ¿Puedes sentir que el mayor acto de amor de un creador con sus criaturas es el libre albedrío? Porque siempre volverás a ser esa consciencia infinita. Y desde ese estado ¿Cómo ves tus culpas y tus errores?
E: No hay que juzgar

C: Pues grábalo en tu corazón. La única que te juzgaste y se encadenó en el dolor fuiste tú ¿Sería perfecto el amor si coartara tu libertad?
E: No

C: Pues siente que todas las dudas y todos los juicios parten de tu mente, pero no de tu corazón. Así que no lo olvides, conserva tu intención de ser mejor cada día; no se nos pide nada más. Vuelve a disfrutar y a llenar tu vida de satisfacción y rescata todos esos personajes que supieron vivir por unos valores. Siente agradecimiento por cada uno de esos personajes porque todos y cada una de ellos te han llevado a ser la mujer que eres hoy en día

Y aquí finaliza la narración de la primera etapa. Digo la narración, porque los cambios que se están manifestando, la metamorfosis que se está obrando lentamente en mi vida, sigue su curso y se está haciendo bien patente en mi devenir. No sólo interno, sino en lo cotidiano de este camino de vuelta a casa, acelerado con este salto en el tiempo para descubrir o redescubrime en personajes que si no los fui, los tengo dentro y tras la regresión, están teniendo la oportunidad de conocerse, de comprenderse, de perdonarse, de aprender los unos de los otros, y en definitiva de enseñarme a mi a no olvidar todo eso. Todo lo que fui y como bien dice Cristina, gracias a todos esos personajes, a esas experiencias y a esas vidas, soy la mujer, la mente, el alma y el espíritu de quien hoy soy.

Sólo me falta para terminar como broche de esta experiencia transcribir ese documento sobre el que os comentaba el otro día, pero esto será el siguiente post.

Un fortísimo abrazo a todos

Enri

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida Enri, vengo siguiendo desde hace días la narración de tu experiencia en regresiones. Es difícil sintetizar en pocas palabras tanto para decir, pero creo que un Gracias!! estaría bien. Hay tanta sabiduría en lo que nos estas compartiendo. Por sobre todo, creo que aprender el perdón y la compasión, el aprendizaje más difícil de nuestras vidas.
En muchos pasajes de lo que cuentas, me he sentido conmovida, pero en especial, el nigromante y su auto condena a la oscuridad, y el abrazo que recibe del corazón puro de las dos mujeres. La verdad, ojalá aprendieramos a ser mas piadosos con nosotros mismos....y lo seríamos con el mundo entero.

Un fuerte abrazo Enri y muchas gracias por todo.

Gina

Anónimo dijo...

Como dice Gina, esto, en serio, es el "remate de los tomates"... Eso que explicas al final, lo de la unidad, lo de que somos nosotros quienes nos juzgamos realmente a nosotros mismos.., todo eso, no sé si es Plutón que me tiene loca, o más bien, lo entiendo perfectamente. Una cosa es decir que se entiende algo "desde fuera".., y otra, muy distinta, "entenderlo" en tu propia alma. No sé si me explico, o ya empiezo a divagar.

El perdón.., sabiéndolo dar, y sabiéndolo pedir. ¡Qué difícil! No sé cuál de las dos cosas duele más.

Andrómeda