miércoles, 9 de julio de 2008

2ª Etapa del curso de Terapia Regresiva

El reencuentro

Miércoles 2 de julio, me levanté temprano, tenía que tomar al menos un par de trenes para llegar al lugar donde se desarrollaría el curso. Acababa de pasar unos días preciosos con mi familia. Por suerte comprenden y apoyan como soy y lo que hago, no siempre fue así, pero hoy, por fortuna o por...las cosas han cambiado más que mucho.

Llegué a la estación y me lo tomé con calma, suelo dejarme llevar por la intuición y si siento que tengo que meter el "turbo" lo meto y si siento que tengo que dejarme llevar por la calma, lo mismo. Suelo descubrir, siempre, que mis ritmos internos tienen un sentido que no comprendo a priori, pero que al poco, se hacen claros.
En esta ocasión no fue diferente. El viaje hasta Barcelona no entrañó dificultad, me bajé en Arco de Triunfo y allí tenía que enlazar con el tren que va a la costa..odisea. Odisea porque no suelo manejarme bien entre pasillos que desconozco y más si la señalización brilla por su ausencia, suerte que no tenía prisa por dentro. Como me conozco, había salido con la suficiente antelación como para llegar a tiempo, me perdiera una vez o dos...o tres...

El caso es que por fin llegué al pasillo correspondiente y justo atravesaba el acceso a la vía cuando el tren que debía tomar llegó, no me dí prisa, me tomé mi tiempo y se fue aún indicándome una amable señora que ese era el que debía tomar´. Algo me hizo sentarme tranquilamente en el anden a esperar el próximo, ese sería el perfecto...

Pasaron varios trenes hacia otras direcciones y de repente, allí, por el anden, avanzaba una cara conocida tirando de su maleta. La alegría me subió como sube la espuma de una cerveza fresquita. No recordaba su nombre en ese momento pero si su carita, una chica que estuvo en la anterior etapa, venía de Granada yo de Vitoria y ¿cómo era posible que llegáramos las dos a esta estación en el mismo momento, tan alejadas del camino natural desde nuestros puntos originales de partida? entonces entendí que simplemente nuestras almas, sabias, nos habían guiado a ese momento y fue el preludio y el anuncio de lo que sería la tónica del resto del curso, un encuentro o mejor dicho reencuentro feliz y mágico.

Cristina, que así se llama, es un alma cándida, un ser de luz que todavía no tiene conciencia plena del alcance de su aura, pero yo la percibí cada vez más radiante a medida que se sumaron los días, los momentos compartidos a corazón abierto y el brillo de sus ojos.

Subimos al tren que nos llevaría al Arenys de Mar y si quería confirmación de que debía escuchar mis ritmos naturales, allí la tuve! podíamos haber entrado en otro vagón y no verlas, podíamos haber subido cada uno en uno, ya que pasan cada cuarto de hora, pero no, cuatro compañeras más estaban allí, una desde Menorca, otra desde Reus, las otras ya ni sé, pero ¿cómo no pensar que estábamos siendo conducidas a encontrarnos cuando si lo hubiéramos planificado, seguro que no nos encontramos ni de casualidad?!

Contentas, atropellandonos todas por querer expresar nuestra alegría y contento al mismo tiempo, los abrazos y las sonrisas no daban abasto, total ¡estábamos sencillamente felices de habernos encontrado!

Llegamos a Arenys y lo primero que hice fue oler, oler el mar, he debido ser pez...
Las siguientes mañanas, antes del curso, me reencontraría con la calidez del Mediterráneo y la tibieza del primer sol de la mañana ¡imposible empezar mejor el día!

Trotando, con nuestras maletas a rastras (suerte que tienen ruedas) nos fuimos a desayunar antes de entrar en la casa donde pasaríamos los siguientes 5 días. No sabíamos ninguna lo que pasaría, pero el preludio era como las témporas, si empiezan bien y a cada momento mejora ¿qué se puede esperar?...

Ante la puerta de entrada de la casa parecíamos pajaritos llamando al nido. Nos abrió la Hermana Joaquina (no le gusta que la llamen hermana) así que si la nombro, será sencillamente Joaquina, de ella os hablé en mi anterior relato, una mujer con los 80 años cumplidos, agil como una ardilla y con un espíritu sin edad, o con esa que no vive pendiente del fin sino levantandose cada día como si tuviera la eternidad por delante....precisamente...

A medida que nos ibamos encontrando me di cuenta que algo había cambiado. En el aire había algo diferente, lo comprendí a lo largo de los días. De una forma o de otra todos los que estábamos allí debíamos compartir esta aventura, esta experiencia. Ya lo iré contando, pero lo principal que percibí es que el compromiso con uno mismo estaba presente y ese es para mí el primer y más importante paso de todos.

Continuará...

Un abrazo muy fuerte a todos

Enri

Si os interesa participar en este curso de terapia regresiva,
contactad conmigo

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola, descubrì tu blog jurungando en la red. Estoy haciendo mi tesis y me meto en todos lados, porque tambièn ando buscando informaciòn sobre otras cosas...como las que tu comentas y describes...gracias por compartirla