miércoles, 29 de octubre de 2008

2ª Etapa del curso de Terapia Regresiva XII

Y desde luego llegarán con sus carros de fuego y hoy los llamaremos de otro modo, pero serán los mismos...Ángeles ayer...Hermanos de Universo hoy...y vivirán entre nosotros, muchos como tú y como yo...pero sus miradas, su hechos y sus palabras no dejarán lugar a dudas...han venido para recordarnos que no estamos sólos y que cada segundo...en cada átomo... todo está escrito y todo tiene un porqué...tan sólo se trata de tener el corazón y la conciencia abierta de par en par...y tú?...quieres seguir con los ojos del alma cerrados?.....


Quince años después de la catástrofe, Thot y Rama se vieron en Egipto. Ofrecieron incienso, pan y vino a los dioses en recuerdo de sus entrañables amigos que habían entregado su cuerpo a los dominios de Neptuno, pero ni entonces ni ahora, se pueden deshacer los lazos que se edificaron en aquel lejano tiempo.

Estoy ordenando toda la información y vertiéndola en el ordenador. Levanto la vista en el caluroso atardecer y observo una enrome bola traslúcida. Está suspendida en el aire, a unos cien metros de la terraza. En su interior viaja el Diablo. Me mira un poco cabreado y me dice:

Aquella destrucción fue todo un éxito. Lástima que se me escaparan esos dos cretinos.

Lógicamente se refería a Thotek y Ramatep. Y es que lo que más molesta al viejo Príncipe de este Mundo es que el conocimiento salga de sus reductos. Sólo con sabiduría el hombre es capaz de evolucionar y de liberarse de los meandros dolorosos de la ignorancia. Cuando más torpe sea el hombre mejor para el mal. Siguió mirándome y volvió a decir con una sonrisa malévola:

Ahora no se escapará nada, pues he puesto una barrera infranqueable en la isla. Sartáx está destruida y los medios de comunicación son míos y de mis servidores. Yo también te aislaré. Cerraré tu boca, torceré tus renglones. Nadie te entenderá. Yo he entregado al hombre lo que quiere: sexo, distracción, espectáculo, comida, toda clase de placeres. Vosotros todos, los hijos de aquel tiempo pasáis ahora por locos o por incomprendidos. Os he separado, os he aislado. Vuestra vanidad no os deja compartir. Yo he ganado. ¡Deja de escribir por tanto!, pues nadie leerá tus necedades. Yo induje y programé el incendio de la biblioteca de Alejandría. No quemaré tu trabajo, puesto que nadie te creerá.

Se marchó pero me dejó con unas imágenes clarificadoras, puesto que cuando me abandono y no escribo, me digo: ¿A quien interesan estas tonterías?, veo detrás de mi otra vez al Diablo introduciendo en mi mente pensamientos disuasores. Cuando dejo de hacer ejercicio o de comer correctamente, cuando pienso que esta Humanidad no tiene remedio, veo detrás la sonrisa maliciosa de mi amigo. El Príncipe de este Mundo trabaja con la mejor de las herramientas: la disuasión.

Estamos en el último día. Ahora todos recordaban lo que se había dicho, respecto de la posible caída de una de las lunas. La curiosidad era otra forma de espectáculo. La vida proseguía con tanta calma, con tanta cotidianidad que nadie esperaba el impacto destructor. Todos pensaban y así lo decían, que la atmósfera lo desviaría o lo desfragmentaría. Desde primera hora se habían concentrado en las plazas y en los rincones populares. Algunos para no perderse el espectáculo habían subido a las cumbres. El avaro seguía contando dinero. El estúpido haciendo estupideces. Otra estaba acicalándose. Los sacerdotes por su parte en su mayoría se habían concentrado en el Templo de la Luz para proteger con un escudo mental toda la ciudad. Nadie sabía donde estaban Ramatep y su amigo el científico. Estas desapariciones les habían hecho pensar mal a más de uno. Incluso le habían preguntado a Akonti y su esposa por su paradero y el porqué de su ausencia. Ellos lógicamente no habían respondido.

En el centro de la plaza principal del Templo de la Luz, una multitud de personas miraba hacia arriba. Poco a poco veían que la masa blanca se les acercaba. Cada vez más grande...más grande...más grande. Inconscientemente se iban juntando unos con otros, se encogieron los pechos. Se cerraron los puños. Comenzaron las lágrimas en el más sensible y los gritos desgarradores de los más eufóricos. Era el fin...

Anthix y Akonti se pusieron en meditación tomados de la mano formando una rueda con sus niños. A primera hora de la mañana Anthix había servido en el té de sus queridos hijos una droga adormidera. Sólo quedaban en postura de meditación los padres, puesto que poco a poco, uno tras otro se habían quedado dormidos, pero aún así, fuertemente unidos por las manos. Como si desearán asegurarse que cualquier viaje, por largo, intrépido o definitivo que estuviera programado en sus vidas no los separaría jamás.

Anthix y Akonti se miraron a los ojos con ternura, casi sin respiración. Emanando un torrente de luz de pecho a pecho:

Amada mía; he sido feliz contigo. Gracias por haberme permitido sentir el amor más grande de todos los amores.

Amado mío, solo es un ¡Hasta pronto! Pues te he visto junto a mí y junto a Thotek, Ramatep y el resto de los hermanos en todas las estancias, en todos los tiempos, en todos los espacios... ¡Te amo!

El gran monstruo golpeo con estrépito inusitado. Se produjo un impacto que hizo temblar a todo el planeta. El eje magnético se desvió casi treinta grados. La órbita terrestre se vio amenazada. Varias extrañas astronaves que circundaban la estratosfera crearon un colchón gravitatorio que impidió una catástrofe de dimensiones incalculables.

Thotek en la cueva, Ramatep en la montaña, sintieron el impacto en sus carnes, mientras que en sus mentes resonó con fuerza un sonoro y sentido lamento: -¡Hasta pronto, hermanos!

Por eso cuando retorno a la “Isla Bonita” a la ciudad de Sartáx se me encoge el alma. Brotan mis lágrimas a la vez que veo a mis hermanos en el Templo de la Luz, en la clínica de la ciudad, en el mercado, en los fragmentos de lava que jalonan la costa negra de la Palma. Y oigo a las olas que con terca monotonía siguen diciendo. -¡Hasta pronto hermanos!

Por eso cuando retorno a la isla, vuelvo a mi casa. Han pasado varios miles de años pero este retorno ha comenzado, puesto que algunas caras de ahora se parecen mucho a los sacerdotes de antaño. Algunos locos marginados e inadaptados del mundo se refugian en su clima beatífico diciendo: -¡que bien me siento aquí¡- Otros se enfadan al no poder entrar en la vieja ciudad que saben todavía duerme en las profundidades del agua. La cruzada del retorno ha comenzado. Será por muy poco tiempo, pero cuando todos hayan retornado, será el fin. Este capítulo que comenzó hace doce mil años llegará a su epílogo.

Y llegamos casi al final...en el próximo post termino este relato...pero es el preludio de muchos más..de la historia que aún está por escribirse, por vivirse..la que juntos, muchos.. vamos a protagonizar...estamos protagonizando ya...

Un beso enorme
Enri

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Enri, querida: he aprendido algo.., y bien es cierto que prácticamente, por así decir, en estos últimos días...

... Que aún no se ha dicho la última palabra...

No se ha dicho aún ;-)

Besotes!

Andrómeda.

Enriqueta Caballero dijo...

Sï, estoy de acuerdo cariño, el caso es que jamás habrá última palabra tal y como yo lo veo, tan sólo el final de una conversación...para dar paso a otra...más rica, más sabia...mejor...siempre mejor...la vida no tiene fin...¡tiene un fin!...eso es lo que tenemos que entender....

un besote cariño...siempre feliz de compartir contigo;-)

Enri