jueves, 20 de marzo de 2008

Terapia regresiva (VII)

La mañana empezó como siempre, pocas sorpresas, aseo desayuno y a clase.

Como en cualquier grupo que convive unos días, se establecen amistades o por lo menos afinidades. De modo natural la gente se iba uniendo y repitiendo compañía.

Mi suerte fueron mis amigas. Yo seguí sintiendo la necesidad de vivir la experiencia desde una dimensión muy de sinceridad, muy de íntima complicidad y sobre todo de bastante introversión y no podía abrirme a nadie allí, no por nada en especial, sino porque necesitaba concentrar mis energías.

Por un lado soy un animal social porque enseguida se me nota que estoy, es algo natural, no tengo que hacer ningún esfuerzo. Imagino que eso está reflejado en mi carta natal por mi Luna en Géminis en mi casa X. Sin embargo sólo es un personaje social, mi yo más profundo necesita la soledad y el retiro como el aire que respiro. Tengo la suerte de ser aceptada en cualquier circulo rápidamente, empatizo con la parte emocional de las personas y me adapto como un camaleón siempre que sea a nivel superficial y porque no queda más remedio.

Luego todo lo que signifique profundizar en las relaciones, mi círculo se vuelve infinitamente más selectivo, de hecho sólo estoy con personas que son realmente amigas y afines en lo esencial. Da igual el extracto social o la erudición, eso no es lo que nos separa ni nos iguala más que para quien eso es importante. Para mí lo esencial es la pureza del corazón y después de ver una vez más, porque eso es algo que ya llevaba dentro, que en cada vida somos de todo, que pasamos por todas las experiencias, bueno sería que fuera un conocimiento más popularizado y enraízado en el corazón. Que si en una vida estás arriba, en otra estás abajo en la escala social. La necesidad del alma de experimentar es infinita y nos provee de toda clase de situaciones y experiencias.

En el curso había gente que venía de todas partes del país, también una chica que vino ex profeso desde México. Una chica guapísima y que ya era terapeuta. Se dedicaba a la tanatología, es decir: ayudaba a las personas a bien morir por decirlo de algún modo.

Intervino en diversas ocasiones, me gustó, pero no tuve ocasión de hablar personalmente con ella, sin embargo se le veía con muchas ganas de avanzar en el conocimiento de la terapia. Contaba con ayudar de forma más eficaz en su trabajo. Nos contó alguna anécdota de sus hijos y esposo y se veía una mujer bastante luminosa.

Recuerdo también otra cuantas almas preciosas, chicas de estilos completamente diferentes. Con ellas compartí mesa y las conversaciones fueron también sentidas y sinceras. Entre ellas las dos ayudantes de Cristina, encantadoras y sencillas, algo muy de agradecer en esos sitios. Y ya que estoy con las personas de la organización es de justicia nombrar a Cristóbal, el compañero de Cristina y alma de la organización, un hombre entero, simpático y servicial. Compartí mesa en una par de ocasiones con él y con Cristina, entre ellos había una complicidad silenciosa pero muy evidente. Fue un placer.

También había bastante gente de Levante, Zaragoza, Cantabria, País vasco, Murcia, Granada y por supuesto de Cataluña. La mayoría eran terapeutas en alguna disciplina como el reiki, pero también había psicólogos, sociólogos y profesiones varias y...una astróloga...

A lo largo del curso me fui dando cuenta que la primera impresión que tuve el primer día de clase, cuando cada uno hizo su presentación, era acertada. Muchos iban realmente a aprender, otros a tener una experiencia y profundizar en y con la terapia, pero otros...Dios mío, que miedo me daría ponerme en sus manos...

Para efectuar una terapia, como para cualquier clase de disciplina que entrañe contacto intimo con la personalidad y vida de otros seres, hacen falta unas cualidades de:

Primero; desarrollo personal, una mínima auto realización, una cierta capacidad de empatizar, autentica implicación y responsabilidad. Francamente allí había mucha gente que necesitaba urgentemente un par de vidas más para dedicarse a tratar a otros....

Pero esa es mi impresión personal. Entendí también que no era labor de los que enseñaban decidir quien podía o no podía participar, sobre todo porque la terapia no es sólo una técnica sino una actitud ante la vida, un compromiso con la vida misma y la vida es sabía y cada experiencia buena o mala es siempre buena al final porque conduce al conocimiento profundo y a la conciencia de lo que debemos hacer, ser y comprender de esta vida.

En definitiva no era labor más que de la sabia mano de la propia vida guiar a donde considerara oportuno a cada uno para que cada uno viviera y se responsabilizara... más tarde o más temprano de lo que hace con su vida y con la de otros y en qué se convierte.

A cada momento que pasa me doy cuenta de la importancia global que ha tenido esta experiencia para mí. Es verdad que tengo las ideas cada día más claras si cabe y que siento que realmente muchas cosas se están empezando a mover, como si lo que estaba inmovilizado en muchos sentidos se empezara a desbloquear. Haya pasado lo que haya pasado, está claro que la vida me está regalando una experiencia de largo alcance que tan sólo acaba de empezar.....

La siguiente sesión se inició tras el descanso de la mañana.....

Continuará...

Una abrazo

Enri

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