viernes, 28 de noviembre de 2014

Vientos de cambio, señales del tiempo...

 Vientos  de cambio

Hace unos días en uno de los programas de Salvados, Jordi Évole entrevistaba a la alcaldesa de un pueblo cuyos vecinos habían decidido llevar ellos mismos la gestión del Consistorio.

 Lo digo hace tiempo, hay que ir hacia la autogestión en los municipios, el ámbito más pequeño de gobierno. Los parámetros serían distintos y la corrupción practicamente imposible. Se sabría cuanto dinero para recursos entra y en qué se emplea.

Es complicado que se extienda porque implica un cambio total de modelo de sociedad y de sistema, pero no es imposible. No me fío de los de podemos, todo lo que va llegando parece que va en la dirección de llevarnos a una república bananera donde los tecnocratas harán y desharán a su antojo. O sea, o más de lo mismo, o peor. Las palabras se las lleva el viento una vez en el poder y todo esto me huele a salida del poder actual para seguir en el poder postrero con otros nombres... Aún recuerdo la transición y la espectación y esperanza que levantó Felipe Gonzalez y bien que arengaba y hablaba de cosas que sí, cierto, se cambiaron, pero porq la población en general llevaba luchando por salir adelante muchos años y sin miedo.

Sin embargo, la raíz podrida quedó y bien que ha ido haciendo su trabajo. Mejoramos, avanzamos con mucho esfuerzo y llegamos tras años de construir algo que parecía consolidado como modelo de sociedad para ser barrido de un plumazo en un par de años.
Donde veo la dificultad es en el desarrollo humano. Estamos en un momento de nuestra historia como humanidad y como habitantes ligados íntimamente al desarrollo mismo de nuestro planeta como ser viviente en el que las almas tienen que definirse (las que puedan) si quieren dar un salto hacia adelante y mirar más allá de su realidad o quedarse mirando tan sólo lo que la humana naturaleza les propone. La naturaleza humana es muy suya y quiere lo que quiere, incluso luchando todo el tiempo por trascenderla es fácil resbabalar y perderse en ella sin contemplar más allá y abarcar más con la mirada.

Por ejemplo, estaba escribiendo este artículo y me iba a la parte política, a la historia, real por otra parte, real en el sentido que somos el producto de nuestras decisiones pero también los somos de lo que no decidimos y nos dejamos arrastrar. Cada cual entenderá estas palabras según me conozca y sepa el funcionamiento interno sobre el que baso la mayoría de mis opiniones o reflexiones, pero he tenido que cambiar dos veces lo que escribía porque me daba cuenta que una parte de mi se va a lo que la humana naturaleza le indica sobre cómo valora la realidad y la otra la mira y le dice, chica, que corta eres, otra vez no viendo el trasfondo.

El trasfondo de lo aparente es lo importante. Lo que sucede fuera es el reflejo del estado evolutivo de un colectivo en el que estoy inmersa y del que lucho y brego por no morir en la espiral de la inconsciencia sin cuestionarme qué es esto de existir en una dimensión como la nuestra.
Así que como muchas veces o siempre hago, empiezo hablando de una situación social y política en la que me veo inmersa, en la que tengo mucho que opinar y pienso y creo en salidas para avanzar y en seguida vuelvo a la realidad del trasfondo. El trasfondo es que hay que mirar más allá y dejar de ser corruptibles para poder avanzar como sociedad y cuando lo consigues individualmente aún, ves cuan difícil es no perderte en el enfado y el cabreo de responder de modo gregario.

Dejar de ser corruptibles no es para mi tan sólo no dejarse comprar por cualquier precio, ser incorruptible es trascender la humana naturaleza que pide su diezmo.
Estamos hoy y siempre ante la disyuntiva de saber a quien queremos pagar el impuesto en esta existencia. Lo mejor, lo más sabio y que cada cual lo interprete como quiera, es dar al césar lo que es del césar y a dios lo que es de dios.

Cada cual interprete libremente lo que lee...

Enri

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